15 de agosto de 2012

8 de agosto de 2012

Perder el norte

Diego López

Rodando
transparente impotencia
por mejillas cálidas.

Atravesando las hayas,
viento de sabios,
vuelo de párpados cansados,
verde en comisuras secas del sur.


La boca cerrada.
El corazón extasiado.

Perder el norte...

7 de junio de 2012

Enfermos de hormigón:

Diego López
Despertó en una jaula gris. La que él mismo escogió cuando aún no tenía hongos en los pulgares y conservaba restos de plumón en la espalda.

Allí, abrió los ojos, unos espejos rotos sin color ni forma, hundidos y enmarcados en piel tostada, gruesa, arrugada y seca, como sus manos, que tocar ya no saben y sin embargo tocan.

Subió la persiana y todo lo que entró fue un grito frío y nauseabundo con cuerpo de cucaracha gorda y alma de abuela infértil. “¡Enfermos!, ¡Enfermos de hormigón!”

CRASH! 

18 de mayo de 2012

Black and Blue


Diego López


Suena algo de música francesa, un Debussy de las manos de mi hermano allá en Noruega, tan flojito que cuesta trabajo oírlo. 

Los dedos me huelen a dátiles secos, y la cerveza que me recomendó Lead, negra y con cierto sabor a avellanas, está realmente buena. 

Son aproximadamente las siete de la tarde y no hay nadie en casa, algo poco común y muy gratificante. 

La inmensa cantidad de apuntes guarreados y partituras que acumulan polvo de la cama a la mesa, me trae sin cuidado, aunque a veces siento como me miran y sollozan. Yo también lo hago, pero no lo notan.

La música ha dado un giro y me ha mandado al blues más sensual de la brillante época de B.B King, ahora no puedo pensar en historias de gente ingenua y café frío, sería injusto hacerlo con las manos mojadas.

La cama lleva sin hacer no se el tiempo, pero lo veo tan absurdo… No he sido poseída por la princesa del guisante de Andersen, y a las arrugas de las sábanas parezco molestarle más yo que ellas a mí, si no, que se lo digan por la mañana a los surcos que dejan a fuego en mi piel. 

Fuera, las nubes han dejado al cielo como Mick Tylor a los Rolling. La batería del portátil es escasa y me he quedado sin luz.

Buenas tardes.

8 de mayo de 2012

NAIF


Diego López



Madame Naif se recostó sobre su butacón de cuero negro, el olor a incienso era insoportable llegaba a quemar su garganta, pero le era imposible batallar contra la voluntad de su compañero Atis y menos aún contra el humo rallante de esas enormes baritas amorfas.

La habitación era pequeña, oscura, húmeda, sosa y fría, cerrada por una puerta metálica y pesada, de un fuerte color azul, con agujeros en la parte superior.
Ésta daba a un patio interior cerrado por una lona de plástico transparente, que la mayor parte del tiempo permanecía recogida por el buen tiempo. 
 
Era allí donde Atis pasaba los días haciendo malabares. Manipulaba, ejecutaba, volteaba y mantenía en el aire a su antojo todo tipo de objetos, situaciones, entes, conversaciones, lugares, sombras…
Mantener un diálogo con él era todo un espectáculo, sin saber cómo, lograba cogerte de la mano hasta el brazo, después los hombros, la cintura y ya estabas literalmente en el aire, en sus manos. Él conociendo y tú sin reconocerte.

Al poco descubrí que su interior era la nada más oscura, abismal y terrorífica que un humano podía aguantar, aunque en éste caso Atis solo era hombre con una carcasa tuneada por tinta y metal, snob, puritana, ecologista y pueril pero Madame Naif nunca lo supo, era demasiado ingenua o jugaba a serlo.

8 de abril de 2012

HERENCIA DE LO PODRIDO:



<<A usted Señorita me dirijo ahora que el Señor Malqueda dejó su respiración pesada, atragantada, exasperante y espiró. 

Era asqueroso, podía oír sus  mordidas, la baba creando hilos entre sus labios morados y viejos, su lengua empujando con fuerza los pimientos fritos,  sudorosos hasta sus muelas picadas dejando briznas verdes enganchadas en sus encías pustulentas, recuerdo las migas de pan untadas de aceite y carne sangrante que llegaban a mi frente propulsadas en mitad de sus gritos irracionales, ansiosos, desagradables y furiosos con los que solo conseguía bajar su autoridad hasta el nivel de lo repugnantemente autoritario.

No soportaba el olor a puro pegado en las mantas, el aullido de sus navajas acuchillando los muebles, su manejo del palillo, su obsesión por alimentarse de sus propios residuos, ya sean mocos o cerumen.
Y aguantaba demasiado tiempo a su gorrina presencia, hasta que me hervía la sangre en el pecho, entonces me iba a la cama, donde podía leer tranquilo sin ver como se rascaba por el interior de los vaqueros sus huevos gordos y arrugados. Dejando de oír su respiración pesada, atragantada, exasperante… y acomodándome a los dulces sueños venideros que me hacían abandonar el trote nocivo de mi galopante corazón.
  
De herencia me dejó su viejo escritorio de madera maciza, con surcos de vino tinto, facturas y muescas navajeras. Desvalijado por la ira, el alcohol y las violentas violaciones a su esposa que le costaron más de nueve hijos inútiles, tullidos, subnormales, flacos, despreciables y tristes entre los que me encuentro, y no queriendo tener de recuerdo ni su apellido, te cedo a ti mi pesado pasado, para que lo llenes de ligeras presencias irreales con las que adornar mis cercanos recovecos.>>

Diego López

Y diciendo esto, El Señor de lo Polvoriento, que así se le hacía llamar por su oficio de repartidor de muebles antiguos en la pequeña ciudad de Quemasdá, le entregó el tocho de madera a la Señorita Astilla, siendo éste su apellido y no un acrónimo para referirse a su oficio, aunque era carpintera.

28 de febrero de 2012

Al Raso:

Diambulaba por el barrio aún con harina en el pelo, serían las seis de la mañana, no había un alma en las calles lo que le hacía disfrutar del sonido de sus pasos, de la melodía de algún despertador ansioso, del olor a zumo de naranja para los niños, del aroma a periódico recién horneado, del tintineo cobarde de las bombillas y de alguna sombra atrevida dispuesta a batirse con la oscuridad.

Pensaba en su trabajo de hoy, el pan no le había salido tan bueno como otros días y las magdalenas se le tostaron de más. A su repostería le falta amor, calor y algo de humedad. Pero son tiempos secos, hasta para el más esponjoso de sus bollos.

Siguió caminando con los ojos cerrados por el asfalto, lo notó derretirse a su paso, perder la putefracción, el color y obtener la pureza cristalina de un río en calma. De las aceras pequeños brotes de fuerza descomunal surgen rompiendo en pedazos los baldosines de roca, llenando de vida lo inerte. Los semáforos no dan luz, sino frutos de carne roja. Y los coches escarchados ya no lloran, sino rugen.

Diego López


Dicen que cuando soñamos, el alma se desconecta del cuerpo, viaja y más tarde vuelve para contárnoslo, es ahí cuando tenemos la sensación de caer.  
Pero no cayó.

17 de febrero de 2012

Más allá del Objetivo:

Recuerdo que era un día húmedo, paseaba cerca del río; serían las 5 de la tarde.
Cargaba con la guitarra y una horrorosa cara de viernes mortal que no pegaba con la sintonía de mi cuerpo.

Skaters con sangre en las rodillas, señoras con olor a bicho muerto, lágrimas contra el asfalto, cachimbas de manzana aliñada, cuero trenzado, manos callosas, olor a tierra, patos radioactivos, sonrisas con pocos dientes, camisas de lino, comunismo y sencillez en casas prefabricadas.
Me acerqué a ellas movida por una energía poco común en las calles ruidosas.


Diego López
























Los olores se acentuaron, los colores se mezclaron, y una voz ronca pero suave destacó del resto.

- Chica, desprendes luz.

Salí de mi común embelesamiento y sonreí pensando que lo diría por el color de pelo, esperando alguna sátira.

- Acabo de hacer Té – dijo mientras daba media vuelta – está recién traído de la India. Pasa y hablemos, la puerta está abierta.

¿Por qué no? – pensé. Y ya estaba dentro.

El termo estaba caliente, la taza era de cerámica sin pulir. Dulce y picante, identifiqué los granos de pimienta, indio sin duda. Me lo sirvió con leche, se hizo espeso, mis papilas gustativas estremecieron de placer y mi pituitaria no se quedó lejos.

Pasaron las horas, llegó el invierno, se lo llevó el humo y la luz, ahora, es más fuerte.

13 de enero de 2012

AMANECER.

Guardaba en el bolsillo de su harrington una libreta y un boli de color verde, llena de caricaturas de hombres con el pelo rizado, frases celebres de viejas en el autobús, piropos con aires latinos, recuerdos secuestrados, precios, nombres de canciones aún sin escuchar, ideas extravagantes, dibujos en las esquinas y negativos sin rebelar entre sus páginas.

Abrió el cajón de las medias y escogió las más tupidas, le apetecía ponerse las botas granates, esas que no son de su talla.
Las manos en los bolsillos, no soporta llevar guantes. Gorro de lana, septum perforado, mirada brillante y pelo alborotado presentaban a Cadira que decidió salir de la guarida y no entrar en ella sin haber bailado con la muerte primero.

Era hora de presentarse, hora de abandonar prejuicios, de hacer preguntas, de arreglarse con el único propósito de sentirse ella y dejarse sentir, de entender, de comprender hasta a los marcianos, de alzar la voz sin preocuparse por quien la escucha, de vivir por y para transmitir su energía. 

Cansada de ser sombra entre sombras, de llegar tarde pasado el momento exacto y de seguir agrandando el surco ha comenzado Su Revolución.


Diego López 


Y nacerán, nacieron y han nacido masas sin forma, puzzles sin piezas, flores sin pétalos y hombres sin alma. Pero Cadira a partir de hoy vivirá con la esperanza de poder encontrar la forma, hacerse pieza de un puzzle, acariciar sus pétalos y alimentar su alma.

2 de diciembre de 2011

INICIO

Presentamos aquí un nuevo proyecto sin tinta ni negativos, fusionando photos y graphis, dos puntos de vista, dos autores distintos, Señorita Demakrada y El objetivo crítico.

Para todos los que estáis y para todos los que estarán: La palabra en 35mm